Los insectos y el hombre

Los insectos y el hombre

Es probable que solo el 10% de los insectos resulten dañinos para el hombre, otros por el contrario son beneficiosos, elaborando productos útiles o bien contribuyendo a favorecerse indirectamente. Los insectos y el hombre han convivido en la tierra durante millones de años.

Entre los productos más familiares que se obtienen de los insectos figuran la seda, la miel y la cera de abejas. También de un insecto se obtienen un barniz para muebles utilizando bastante pese a que en la actualidad casi todos estos productos se fabrican sintéticamente. Del caparazón de la cochinilla, reducido a polvo, se consigue un colorante rojo muy difundido.

El tanino animal empleado para curtir las pieles se obtiene asimismo de las agallas de un insecto. La utilidad que prestan los insectos como polinizadores de las plantas es incalculable. Gracias a ellos se reproducen numerosos arboles frutales, hortalizas y plantas ornamentales que de otro modo se encontrarían poco menos que al borde de la extensión.

No menos útiles resultan los insectos como alimento para numerosos peces y aves, ya que algunos se nutren exclusivamente de ellos, incluso hay países donde los insectos constituyen un capitulo esencial en la dieta de sus habitantes.

Los insectos nocivos para el hombre

Como contrapartida de lo antedicho los insectos resultan a veces extremadamente nocivos, constituyendo un problema muy difícil de resolver en la actualidad. Los perjuicios que causan nutriéndose a expensas de las cosechas, de los enseres domésticos, del ganado e incluso del hombre mismo son incontables.

Solo en la agricultura las perdidas que ocasionan equivalen al trabajo de millones de hombres. Los termes dañan los edificios y los muebles, las polillas destruyen la ropa. También el insecto actúa como agente transmisor de numerosas enfermedades: La malaria, la peste bubónica y el tifus entre otras.

Para controlar la propagación de insectos nocivos el hombre ha recurrido al uso de algunas sustancias químicas llamadas insecticidas que pueden ser de dos tipos: Los que actúan por ingestión y los que obran por contacto. Ambas sustancias se emplean en el proceso de fumigación.

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